lunes, 9 de enero de 2012

SIMEONE: EPISODIO UNO

La puesta en escena del “nuevo” Atlético de Madrid del Cholo Simeone ha dejado pocas luces y muchas sombras. Con apenas una semana al mando de la nave es muy apresurado sacar conclusiones, más cuando con toda seguridad ni siquiera el cuerpo técnico ha podido sacarlas, pero ya hemos podido visualizar algunos rasgos que parecieran definir el estilo de juego que pretende imponerse en esta etapa que acaba de comenzar. 

El sistema de juego que se venía ventilando antes del partido era el 4-1-4-1 con Tiago jugando sólo en la posición de pivote defensivo. En la realidad, se salió en La Rosaleda con Gabi en la titular, los dos mediocentros se mantuvieron, con una línea de tres escoltando a Falcao. En esa línea de tres se confirmó lo que se venía apuntando desde días antes, Arda y Adrián, que habían sido de los pocos jugadores con buen desempeño en la era Manzano, se quedaban en el banquillo. Saltaron al césped Salvio y Juanfran como jugadores de banda, para, en teoría, alimentar de balones al delantero centro. En defensa no hubo ningún cambio con respecto a lo que se venía haciendo desde el inicio de la temporada. 

Como sello de fábrica, que podíamos imaginar al conocer el carácter y la entrega que tuvo el Cholo en sus días como jugador, el equipo derrochó entrega e intensidad. Se lucharon todos los balones como si fueran el último. Hubo solidaridad en las ayudas defensivas. La concentración en la retaguardia fue total. No se cometieron errores inocentes de esos que venían siendo una constante por parte del equipo. El Málaga tuvo un par de ocasiones de gol en la primera parte, pero hasta allí. Los andaluces dominaron el control del esférico, eso si, pero sin lograr generar ocasiones claras de gol. Hasta aquí todo luces. Las sombras se dieron en la ofensiva rojiblanca. 


En la primera parte el equipo se desentendió de la pelota. Hubo muchas dificultades para asociar a los jugadores del mediocampo. Se trató de ir muy directos desde la defensa hacia el ataque, con balones excesivamente largos hacia Falcao, que no produjeron más que el desgaste físico del colombiano, luchando solo contra la defensa malagueña. Los jugadores estaban claramente más preocupados en no cometer errores que en buscar la portería rival. A pesar de ello hubo una ocasión clara de gol con un remate de Diego, desviado por un defensor, que fue a estrellarse en el larguero. 

La tónica cambió un poco en la segunda mitad. El Atleti logró tener un poco más la pelota y tuvo salidas al contragolpe que si se hubieran llevado bien pudieron haber generado muchísimo peligro a la puerta defendida por Caballero. Un cabezazo de Godín rechazado por Cazorla en la raya de gol, y un remate ligeramente desviado de Diego, pudieron haber dado la victoria. En líneas generales el empate fue un resultado justo. 

Los jugadores de banda que tendrían que haber generado el juego que necesita Falcao para ser efectivo, estuvieron lejos de hacer la diferencia. Y no me sorprende. Salvio es un jugador que, en lo que lleva vestido de rojiblanco, no ha logrado mostrar nada que haga pensar que merece ser de la partida antes que Arda Turan. De hecho, en los pocos minutos que el turco estuvo sobre el terreno de juego, demostró que es capaz de asociarse con los laterales y mediocampistas, mucho mejor de lo que lo hace el argentino. Y de entrega y solidaridad va sobrado. 

Con Juanfran pasa más de lo mismo. Es un tipo que luce íntegro si se evalúa el compromiso y la entrega. Pero para jugar habitualmente debe dar más que eso. No ha logrado cuajar partidos donde logre profundizar y desbordar para crear superioridad en las líneas de ataque. Manzano tardó mucho en entender que Falcao no puede jugar sólo arriba, y que su compañero de baile ideal es Adrián. Veremos cuanto tarda Simeone en enterarse. El tiempo apremia y sumar de a tres puntos es indispensable.

P.D.: En los últimos días ha habido una revolución de indignados colchoneros a través del Twitter, logrando ser Trend Topic durante tres días consecutivos. La gente está cada vez mas cansada del comportamiento de los gestores y del desmantelamiento continuo al que tienen sometido al club. El próximo partido en casa servirá de termómetro para ver si ese descontento se manifiesta en el estadio tanto como lo está haciendo en las redes sociales.

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